Hábitos de estudio



“Los niños deben desarrollar hábitos de estudio”. Frase que escucho frecuentemente en todos lados. Profesores, otros padres, incluso en los medios de comunicación. Siempre me ha perturbado esa frase, ya que, para mí, la infancia fue constante juego y descubrimiento. Y no tardes de sentarme frente a los cuadernos y libros (cosa que ya había hecho durante la jornada escolar). Cuando comento este sentimiento de disconformidad respecto de los tan mentados hábitos de estudio, el resto de los humanos me dice que esto tiene que ser así para que los niños puedan convertirse en adultos de bien y llegar a ser personas responsables en sus vidas. Y no puedo dejar de recordar que, yo misma no tuve hábitos de estudio hasta llegar a la universidad; que no hice prácticamente ninguna tarea en todos mis años de escolar; que me pasé a vida llena de anotaciones negativas por “sin tarea”, “sin materiales”, “sin delantal”, y suma y sigue. Y nada de eso hizo que yo no pudiera convertirme en una adulta responsable, con una carrera profesional bastante digna (y madre de 3 retoños que han sobrevivido bastante bien hasta el momento). Y entonces…¿ qué es lo que yo sí tengo, que hace que pueda haber cumplido con este canon social tan deseable sin haber tenido nunca “hábitos de estudio” cuando era niña? Lo he pensado mucho, y el otro día, conversando sobre educación con una querida amiga, llegué a la conclusión que creo que es correcta. Lo que tengo un genuino interés en ser mejor en lo que hago. Se que no soy la mejor, pero me esfuerzo por ser cada vez mejor que antes. Tengo curiosidad por saber. Me apasiona mi trabajo y, cuando no me come el cotidiano, busco leer qué es lo que está pasando en el mundo y que me pueda servir para hacer mejor las cosas. Tengo una gran curiosidad por investigar acerca de aquello a lo que me dedido. Y cada vez que leo algo, lejos de sentirme satisfecha, me da más hambre de saber aún más. Y cuando veo lo mucho que me falta por conocer, me abrumo. Pero también me entusiasmo. Hay tanto por aprender. Hay tanto por hacer.

Eso quiero para mis hijos, para todos los niños. No que desarrollen “hábitos de estudio” porque “es necesario”. Que el hábito que tengan no sea uno de hacer por hacer, sino uno de ir tras los propios sueños, pero sobre cimientos firmes basados en el saber. Que tengan conciencia de lo pequeños que son en el universo y de lo mucho que necesitan estudiar. Que eso siempre los mueva a seguir buscando, que ese motor los haga ser cada vez mejores, y en ese camino cada vez necesiten saber más. Que se llenen de preguntas, y que sean capaces de buscar las respuestas y soluciones basadas en el conocimiento. Que tengan hambre de ciencia, que esa llama nunca se apague.
Que en verdad no sea “hábito”, sino pasión, necesidad de descubrir, un camino que nunca termina.  

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