Sororidad




Mi hija tiene 13 años, recién cumplidos. Tiene celular, pero bajo advertencia que puede ser revisado en cualquier momento. Ella es una niña juiciosa, pero sigue siendo una niña. Es nuestra hija mayor, y somos nuevos en esto de entrar en una adolescencia, y peor, digital.


Bueno, en la revisión sorpresa me encuentro con varias cosas que no sabía. Pero para no aburrir a mis potenciales lectores, hablaré solo de una:“My crush”, una red social donde los mensajes pueden ser anónimos. Y la mayoría lo son. Empiezo a leer. Algunas cosas inocentes como “me gusta la XX, no se como decirle”. Pero la mayor parte de las cosas son del corte “la NN es la más rica de todas”, “la ZZ está  terrible de rica”, y entre medio de todo esto, en el contexto que la mayoría comentaba que cierta niña estaba “rica” , hay uno que dice “alaYYlegustapoco”. Las niñas, brillan por su ausencia. Ni festejan, ni se defienden. Solo leen, en virtual silencio (el que crea que sus hijos no tienen acceso a esta red, le informo que se puede acceder desde Instagram).
Me quedé pensando. ¿Será normal que niños entre 12 y 14 años estén publicando que encuentran a sus compañeras “ricas”? Es cierto que pretende ser un calificativo positivo, y que seguramente debería halagar, pero ¿qué es rico? Algo que se come, se posee, un objeto. No una persona. Desde esta edad tan temprana los niños se están expresando acerca de sus compañeras como objeto de deseo y no como personas. Las niñas que ven todos los días, que conocen, y a quienes sería lógico que consideren como iguales.


Y lo otro que no puedo dejar de pensar es en el imperceptible límite que se va rebasando de a poco si no se frena en un determinado momento. Primero estamos diciendo que nos gusta tal o cual. A poco de andar se expresa que fulana o perica es “rica”, y un poco más abajo, aparece que, a “YYlegustapoco”. Esto desde la trinchera del anonimato, donde se opina y se puede atacar sin hacerse cargo de las propias palabras o acciones. Y después, quien sabe qué podrá venir.
Al momento de encontrarnos con este problema, estamos de vacaciones con varias amigas de la primogénita. Así que lo conversamos con todas. No entienden del todo la situación como algo malo. Le decimos a nuestra hija que hay que denunciar estos posteos como contenido inadecuado, y se desespera. “Es que todos van a saber, y me van a molestar”.
Vuelta a pensar. ¿Qué es más importante? ¿Hacer lo correcto o evitar que me molesten? Y en todo caso ¿porqué tendrían que molestarme por hacer algo que es correcto? Y si denuncio por contenido inadecuado y alguno de los niños me molesta ¿qué van a hacer las otras niñas? Ahí está el momento donde ellas deben empezar a hacer ejercicio de la sororidad. Si todas se ponen como un muro a defender a quien es atacada y a quien denuncia, el ataque pierde eficacia. Las niñas me dicen “es que YY dice que no le importa ¿porqué deberíamos hacer algo para defenderla?”. Nos ponemos serias. “¿Niñas, ustedes creen que en verdad le gusta que hablen así de ella?”. –“Sí”. Me responden, a coro y con toda seguridad. Nueva reflexión. YY está contenta que se refieran a ella en un chat en esos términos, porque nos han vendido como mujeres que nuestro éxito se debe basar en gustarle a los hombres. YY se siente popular. No importa que sea una niña alegre, bonita o con buenas notas. Está basando su valía en que la encuentren “rica”.
Anoche vimos Forrest Gump con las niñas. Les llamó mucho la atención el personaje de Jenny. Así que me refiero a ella. “¿Se acuerdan de Jenny? ¿Se acuerdan en qué basaba ella su valía? Siempre en lo externo, en gustarle a los hombres. Ser rica. Pero ¿se respetaba?” – “No-, me responden nuevamente a coro. “YY es su compañera”-les explico – “y aunque ella no entienda en este momento porqué, ustedes deben hacer lo posible por cuidarla. Y, al cuidarla a ella, se van a estar cuidado a ustedes mismas”.
Me miran, asienten. No tengo muy claro el nivel de profundidad que ha adquirido esta reflexión en ellas. Seguro que a algunas las ha calado más que a otras. Pero sí sé que, para mí, es el inicio de un camino en educarlas en la hermandad que las mujeres nos debemos. Desde tiempos inmemoriales las mujeres se sostuvieron unas a otras, se atendieron mutuamente sus partos, levantaron juntas a sus hijos y se tomaron del brazo para caminar hacia la vejez. En algún momento de la historia nos convencieron de que debemos ser competencia unas de las otras, para ser la más “rica”, la más deseada, la más exitosa, sin importar a quienes dejes en el camino. Nos convencieron que los lugares donde hay muchas mujeres juntas son conflictivos. Nunca falta la mujer que te dice que “solo tiene amigos hombres porque las mujeres son envidiosas”.
Yo he tenido la fortuna de estar rodeada por un escudo humano de mujeres maravillosas. Las de mi familia, que son una sororidad increíble,  que actúa como un colchón no solo para las mujeres alrededor, sino para todo quien lo necesite. He tenido amigas, las más fieles, y casi todas las que han merecido ese apelativo me siguen acompañando en este camino que es la vida; sosteniéndome cuando las necesito, y yo sosteniéndolas a ellas. Hemos aprendido a entendernos, a no criticarnos. A decir “ok, esto no es lo que yo haría, pero acepto tu decisión y aquí está mi mano”. A cerrar los ojos y entregarnos a un abrazo cuando se requiere. A cantar a voz en cuello cuando la ocasión lo amerita. A estar, simplemente, las unas para las otras. Eso es lo que desea para mis niñas, sus amigas, y en fin, para todas las mujeres.



Comentarios

  1. Josita!!! que profunda reflexión.... totalmente de acuerdo, gota a gota podemos hacer un mar en el que las mujeres de una vez, naden libres y en igualdad a los hombres.

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